martes, septiembre 26, 2023
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Quién es la cuarta argentina en lograr que su charla TED se sume al sitio oficial de las conferencias

Corría el dos mil dos y Carina Morillo ya estaba instalada, al lado de su marido y sus 2 hijos, en Luxemburgo donde disfrutaba de una seria de charlas motivacionales ofrecidas por diferentes oradores para eventos. El más muchacho, Iván, tenía para mitad de año cerca de dieciocho meses. Y si bien sus primeros meses de vida se habían desarrollado con total normalidad, había algo que a su madre la preocupaba. “Salíamos a pasear con Ivan y cuando le daba una rama a fin de que juegue, jamás la transformaba en un avión”, recuerda la economista del Babson College. Cuando su hijo cumplió un par de años y medio, y una vez que médicos luxemburgueses y franceses confirmaran el autismo de Iván, Morillo y su familia decidieron regresar a la Argentina.

Ver las complicas que debía atravesar Iván conforme iba medrando la llevó a crear la Fundación Saltar x un autismo feliz. Desde dos mil diez a la data, la organización ya formó a más de quince mil familiares y profesionales de la salud y de la educación en los aspectos más esenciales de un trastorno que está presente en 1 de cada sesenta y ocho nacimientos. De todo esto charló Morillo el pasado el octubre, cuando en la última edición de TEDxRíodelaPlata presentó “Miradas del autismo”, una de las únicas nueve conversas en castellano subidas al lugar oficial del reconocido ciclo de conferencias.

En una charla con Mujeres que hacen, la autora y gestora de espacios inclusivos contó de qué forma fue el proceso que la llevó de trabajar en el ámbito financiero a transformarse en una referente para las organizaciones sociales.

¿De qué forma era tu vida ya antes del nacimiento de Iván?

Yo trabajaba en el ámbito financiero mas siempre y en toda circunstancia fui voluntaria de organizaciones sociales. El único contacto que había tenido con el autismo había sido mediante una película. Un chaval en frente de un lavarropas veía virar el tambor y chillaba.Quién es la cuarta argentina en lograr que su charla TED se sume al sitio oficial de las conferencias

¿Qué significó en tu vida la confirmación de su autismo?

En un comienzo, consagrarme a mi hijo. Aprendí a comunicarme con él mediante un sistema de comunicación opción alternativa y a acompañarlo en su rutina de nueve a diecisiete horas. Ya en Argentina comenzó a hacer un tratamiento de treinta horas semanales y se integró a un jardín con una profesora singular. Mas no bien me tocó descubrir lo que tenía Iván no se podía googlear nada, era todo tocar puertas. Al comienzo creía que tenía un déficit de atención, pues perdía habilidades y palabras y comía con las manos. Cuando aprecié que hasta su juego era pobre le afirmé a mi marido que la cosa no tenía buen color. Los médicos me afirmaban que los varones eran más vagos, mas a mí había algo que proseguía sin persuadirme.

¿Por qué razón se volvieron de un país tan desarrollado como Luxemburgo?

Allí debíamos hacer un viaje de 2 horas a un centro de salud de día en la frontera con Francia a fin de que Iván se haga un tratamiento que consistía en dejarlo en un depósito y no enseñarle nada. Le afirmé a mi marido, que es francés, que había que localizar otra cosa para él, y que lo debíamos hacer instalados en Francia o bien en Argentina. Ahí fue en el momento en que me afirmó que nos volvamos aquí, pues me debía sentir contenida.

¿Qué hay aquí que allí no?

La Argentina se encuentra entre los primeros países del planeta a nivel tratamiento y servicios para personas con autismo. Luxemburgo es uno de los mayores PBIs del planeta y no tiene eso. Y aquí hay otro factor clave que es la calidez humana. Aquí, si bien diagnosticar a Iván fuera bastante difícil, todos me afirmaban “yo le buscaré la vuelta para descubrir qué tiene”. Nos van a faltar muchas cosas, mas somos muy creativos, y con mi familia nos sentimos abrigados.

¿En qué momento y de qué forma nació Saltar?

En dos mil ocho. Precisaba sacar oxígeno de otro sitio y pensé en animarme y ocuparme al cien por ciento en el campo social, algo que siempre y en toda circunstancia había dejado a un costado en mi vida. Comencé a trabajar en la fundación Crear Vale la Pena, dirigida por Inés Sanguinetti y con la integración social a través del arte como objetivo. Me dieron un proyecto delimitado, un fundraising de tres meses. A los seis meses Inés me ofreció ser directiva ejecutiva. Mas cuando Iván acabó el jardín y descubrí que en las escuelas singulares no le dejaban utilizar su comunicador, ahí comencé a meditar de qué forma sería su vida adulta cuando no esté y entonces decidí trabajar en algo para él. En mayo de dos mil doce, Saltar ya tenía su personería jurídica.

¿Exactamente en qué se fundamenta su aporte?

En la capacitación. A lo largo de las viviendas pediátricas, de sicólogos y fonoaudiólogos, el tema del autismo dura un mes. Y esa capacitación, aparte de robustecerse, debía comenzar a estar al alcance de todos. Eso es Saltar. Conocí a Soledad –mi asociada y mamá de Ramiro– llevando a Iván a un espacio terapeútico. Arrancamos con talleres de capacitación para familias, con una capacidad de hasta diez personas, y asimismo con un programa artístico para los chicos. El día de hoy organizamos jornadas para quinientos cincuenta personas, tenemos cinco espacios de familia marchando en la ciudad de Buenos Aires y además de esto escuchamos a dos mil familias del interior del país y Latinoamérica. Hay una necesidad de información increíble.

¿Qué es lo más bastante difícil de llevar adelante una organización social?

Absolutamente nadie te quiere respaldar en lo que es gastos de estructura, de ahí que se trata de sostener siempre y en todo momento una estructura muy ligera. Yo armo equipos para cada proyecto y cuando se acaban los desarmo. El papelerío es otro tema; desde presentar los cómputos hasta abrir una cuenta en el banco, es todo una pesadilla. Y en la Argentina no hay una cultura de donación. En U.S.A., por poner un ejemplo, las organizaciones se financian en un noventa por ciento con la colecta de asociados individuales. Aquí no, pues hay mucha falta de confianza y cero beneficios impositivos. El argentino es solidario, mas la donación con tarjeta de crédito, eso aquí no existe.

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